El lunes venía para la oficina en el colectivo, después de procurar mi boleto me apoye contra una ventanilla al lado de un hermoso de colectivo. Me enamoré de el.
La cuestión es que como entendí de suma necesidad arreglar el mamarracho que tenía por cara en cuanto se desocupó un asiento, mi afan por maquillarme un poco me alejó de el.
El asiento era de los que van inversos al resto (por suerte no me dan nauseas, como se que le pasa a muchos) así que podía seguir viéndolo.
Mientras me ponía un poquito de base lo mire y me estaba mirando y me sonrió con su hermosa sonrisa de hermoso de colectivo y le sonrei y me segui maquillando un poco.
De tanto en tanto nos espiábamos entre la gente, pero unas paradas después el bajó del transporte público y lo mire desde arriba y el me miró desde abajo.
Y siguió su camino.
Y yo segui mi camino.
Que lindo es empezar el día enamorándose en el colectivo.
(hasta el día de hoy todos los días espero verlo pero no lo encuentro, empiezo a pensar que fue un encuentro casual y que no lo volveré a ver, como pasa con los amores de colectivo. Que mala pata)
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